En el Mercado rige la mente…
Las sociedades funcionan en dos niveles en forma paralela. En el plano económico, rigen las reglas de mercado, donde todo tiene un precio y los beneficios se reparten en el momento y en forma equitativa (a cada quién en función de su esfuerzo). Todo trata de ser razonado y cuantificado. Es la mente la que decide. Hay reglas explícitas que deben de cumplirse para evitar el conflicto y asegurar la continuidad de las relaciones comerciales. Por repetición y consistencia, se acumula prestigio en términos de Calidad, Precio, Credibilidad, Legalidad y Confiabilidad.
En el plano social la guía es el corazón…
En el plano social, los intercambios son más subjetivos (a cada quién en función de su necesidad). El esfuerzo es invaluable, no tiene precio (nos recuerda una conocida campaña publicitaria de una tarjeta de crédito), y con frecuencia tampoco limitaciones. Es el corazón el que guía. Hay reglas no escritas que no condicionan la reciprocidad. Sin embargo, para mantener una relación saludable, se espera que en el largo plazo se dé un equilibrio a través de un apoyo mutuo, aunque no necesariamente simultáneo ni de igual magnitud. Se acumula prestigio en términos de Disponibilidad, Entrega, Sinceridad y Congruencia.
¿Comportamiento irracional?
Como ejemplos frecuentemente encontramos casos de grandes expertos, en particular en el terreno de la medicina, para quienes una hora de su tiempo tiene un valor económico al alcance sólo de las personas y organizaciones más poderosas. Sin embrago, cuando se les solicita el apoyo para una causa social no tienen reserva para entregarse sin espera de retribución alguna. ¿Es éste un comportamiento irracional? Tal vez, nos responde Dan Ariely, profesor visitante del MIT, pero muy predecible. En un capítulo de su reciente libro Predictably Irrational, Revised and Expanded Edition: The Hidden Forces That Shape Our Decisions, Ariely presenta numerosos ejemplos de los efectos contrastantes y hasta contradictorios de la aplicación de las normas de mercado y/o las normas sociales en variadas situaciones. Todo es cuestión de perspectiva y de la manera en que se planteen objetivos, problemas y requerimientos.
¿Y en los clusters?
¿En los clusters, rigen las reglas del mercado o dominan las convenciones sociales de solidaridad? Ambas, creo yo. Los clusters caen en un área intermedia en la que se combinan los dos tipos de normas. Es indudable que los clusters nacen con un objetivo eminentemente económico. Sin embargo, en su diario vivir se reconoce que la colaboración, para ser eficiente y efectiva, no puede estar sujeta a la cuantificación continua de los intercambios de apoyo. Tampoco se puede sujetar la apertura a un quid pro quo estricto, porque haría interminables las negociaciones preliminares.
Es ésta la magia de los clusters. Es la colaboración y entrega de cada uno de los participantes, con la seguridad de que en el tiempo seremos correspondidos y que, al final, juntos lograremos los objetivos compartidos. Es un ‘ganar-ganar’ que requiere, sin embargo, mucho capital social para evitar que alguien ‘menos inspirado’ (‘gandalla’ diríamos por acá) busque sólo el interés propio inmediato y rompa el encanto.
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enhorabuena por el artículo! es un tema del que se habla poco y que encuentro de gran relevancia……La palabra magia me parece muy apropiada. En un proyecto que trabajé sobre la evaluación de la dinamización de un clúster en Cataluña, nos dimos cuenta de la importancia de lo que llamé de «INTANGIBLES» en los clústers. Es un tema que se presta a un amplio debate, pero es evidente que la evaluación no puede hacerse solo con indicadores económicos.
Saludos