La institucionalización de la Planeación Estratégica como una práctica necesaria y casi obligatoria de empresas e instituciones trajo consigo, como parte del paquete, ejercicios para la identificación de los valores de la organización. Desafortunadamente, muchos de estos ejercicios resultaron sólo en un listado de buenas intenciones y lugares comunes pues rara vez iban más allá de reproducir las virtudes morales. Un segundo problema era el de la congruencia entre lo que quedaba redactado e impreso en papel elegante y lo que se podía observar como práctica diaria de la organización. Sin embargo, en algunos de estos ejercicios sí se lograron identificar valores específicos que se convirtieron en parte central de la estrategia y operación de la empresa o institución. Tal es el caso del valor de la Austeridad enarbolado y puesto en práctica con mucho éxito por la empresa panificadora Bimbo y que la ha ayudado a convertirse en una transnacional con presencia en más de 17 países.
Lealtad
Con un rol aún más importante que el de darle sentido y forma a la estrategia de una empresa, algunos valores pueden jugar un papel central en la estabilidad de la organización. Tal es el caso de la Lealtad y una experiencia reciente me ha hecho reflexionar mucho sobre esto.
El concepto de Lealtad es complejo y el empleo del término ha venido evolucionando, a partir de una definición original más relacionada con el compromiso debido a los monarcas y posteriormente al patriotismo. En tiempos recientes se ha relacionado más con el concepto de amistad y en este sentido toma gran relevancia en el funcionamiento de los equipos de trabajo. En este contexto la Lealtad puede interpretarse en términos del cumplimiento de los acuerdos, explícitos o tácitos, que dan origen y sustancia al equipo de trabajo.
Lealtad en el Cluster
Un cluster es un caso muy especial de equipo de trabajo donde las fuerzas de unión son débiles, basadas fundamentalmente en una expectativa de beneficio en el tiempo. Lo que lo vuelve particularmente vulnerable es que este beneficio no necesariamente es inmediato por lo que los miembros del cluster constantemente enfrentan el dilema de optar por beneficios de corto plazo. La Lealtad entra en juego cuando estos beneficios de corto plazo están en conflicto con el beneficio del cluster y del resto de sus miembros.
La Lealtad implica así la posibilidad de aceptar un sacrificio individual por el beneficio del grupo. Esto tiene sentido solamente cuando el trabajo en grupo proporcione un beneficio de mayor magnitud para cada uno de los participantes. El conflicto, entonces, es más bien uno de perspectiva de tiempo ya que este beneficio mayor es precisamente lo que da origen al cluster. Por tanto, no es el individualismo el que debemos combatir, pues es algo natural al final de cuentas, sino el “cortoplacismo”, esa tendencia a sacrificar un bien mayor, por obtener más delante, por una satisfacción inmediata.
La Lealtad se promueve cuando todos tenemos la confianza de que cada uno está dispuesto a este sacrificio de corto plazo y que se comparten los objetivos y las expectativas de largo plazo. Implica entonces una obligación de corresponder, apoyando a quien en un momento dado le toca asumir una pérdida en lo individual en favor del grupo. Lleva también a la disposición de invertir tiempo y recursos por ese ideal común sin buscar una retribución inmediata.
Pero la Lealtad en un cluster no sólo se practica en torno a bienes tangibles. Nos lleva también a practicar la discreción sobre la información compartida y a respetar, apoyando incluso, ideas que no necesariamente compartimos completamente. Nos impulsa a creer en los demás participantes. Nos obliga, así mismo, a dar lo mejor de nosotros mismos, así como esperaríamos que los demás hicieran.
Quien falla a la Lealtad debe estar conciente de estar sembrando la semilla de la desconfianza y la desunión. Quien falla a la Lealtad debe asumir la responsabilidad del fracaso eventual del Cluster.
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