Las “redes sociales” son el gran fenómeno social de nuestra época. Vuelven realidad el concepto de la Aldea Global y lo hacen con gran eficiencia. Por su impacto masivo, lo hacen a un costo que para el usuario individual es prácticamente despreciable y por tanto al alcance de comunidades grandes y pequeñas, en regiones desarrolladas o no.
La tecnología ha brindado a las redes sociales el don de la ubicuidad y les permite igualmente dominar las barreras de tiempo e idioma. Ya no es cuestión de decidir entre participar o no, sino más bien como asignar nuestra atención en forma congruente con nuestras aspiraciones e inclinaciones.
A pesar de muchos intentos de establecer “reglas de oro”, la primera regla de las redes sociales es que se resisten precisamente a seguir reglas. Indiscutiblemente que hay un mínimo de reglas de ética que respetar, pero aún éstas llegan a ser circunstanciales y contextuales. Al final de cuentas, las redes sociales miden su éxito por su capacidad de crecer y reproducirse y, aunque no necesariamente se ajusten a la definición formal de un sistema autopoiético, su comportamiento es ciertamente el de un organismo vivo de un orden superior.
Pero no se entienda que las redes sociales son aglomeraciones caóticas sin identidad ni sentido. Quienes participan en una red social lo hacen atraídos por un propósito compartido, sea formal o informal, y por los beneficios percibidos de participar. En este último aspecto, algunas redes trascienden los intereses egoístas de los integrantes centrando su convocatoria en una actitud solidaria con el entorno y la comunidad.
Los clusters y sus ‘practicantes’
Este último es el caso de los clusters en Latinoamérica, quienes no podían permanecer ajenos a este fenómeno, máxime por las grandes ventajas que ofrece. Al no existir recetas sobre como desarrollar un proceso de clusterización, sino sólo algunos lineamientos básicos, el intercambio de experiencias se vuelve una necesidad en búsqueda de una solución práctica, solución que se encuentra en una red social.
RedLAC nace precisamente como una respuesta a esta necesidad básica: la mejora de los procesos de clusterización de Latinoamérica a través del intercambio de conocimiento, experiencias y aprendizajes. Por su uso de las tecnologías electrónicas, RedLAC ha sido denominado una red virtual. Sin embargo, lo que ha emergido nada tiene de virtual, es un organismo real y actuante con dinámica y objetivos.
RedLAC
En congruencia con la esencia misma de las redes sociales, hemos evitado caer en al tentación de darle más estructura que la que las mismas tecnologías ofrecen. Al final de cuentas, somos la presencia latinoamericana de una organización global, TCI (The Competitiveness Institute), quien nos ofrece una plataforma estable de referencia. Es por esto que en RedLAC hemos tratado de seguir un proceso orgánico con no más presupuesto que Seguir leyendo
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