Problemas que no son Problemas

El truco es reconocer la diferencia”

Todos tenemos problemas. Pero tener ‘problemas’ no es en sí un problema pues es algo que es parte del diario vivir. Sin embargo, una distracción común que inhibe nuestro actuar son aquellos supuestos ‘problemas’ que consideramos indispensable resolver antes de hacer otra cosa. El problema verdadero es que estos ‘problemas’ no son necesariamente tales y que el condicionar la acción a su solución sólo pospone todo indefinidamente.

El problema parte de como definimos los ‘problemas’. Un primer enfoque nos lo da la máxima oriental: «si tu problema tiene solución, no te preocupes; si no la tiene ¿para qué te preocupas?».

Una manera mas práctica de definir los ‘problemas’ la aprendí de Leonel Guerra. Leonel parte de los resultados de los ejercicios de FODA’s (o DAFO’s) y establece que cualquiera de estos elementos puede ser fuente de un ‘problema’. Éste sería el caso de una Oportunidad que se nos escapa, una Amenaza que se vuelve realidad, una Fortaleza que perdemos o una Debilidad que hace crisis. El ‘problema’ así definido adquiere un sentido de urgencia y obliga a soluciones especiales e inemdiatas.

Pero ¿qué pasa con los problemas de largo plazo?, esos que no tienen solución o bien que ésta es muy remota y compleja. Leonel define estos problemas como ‘Restricciones’, es decir, como nuevos límites al espacio de acción en el que podemos actuar. El reconocer y aceptar estos límites nos obliga a ser mas creativos en la búsqueda de soluciones y a expandir nuestro espacio de acción en nuevas direcciones. Esta actitud nos evita seguir perdiendo el tiempo tratando de vencer un límite infranqueables (al menos en el corto plazo) permitiendo el uso de nuestro tiempo y recursos en un esfuerzo más prometedor.

Tomemos como ejemplo a alguien que por una desafortunada razón ha perdido la vista. Hay dos respuestas ante esta situación. Una de ellas es considerarlo un problema y esperar encontrar una solución para recuperar la facultad perdida. Una respuesta más razonable es aceptar esta pérdida como una restricción que redefine nuestro contexto y trabajar así en el desarrollo de otras facultades para compensar y recuperar así nuestra capacidad de acción.

El problema de la Seguridad como restricción.

En el desarrollo económico se pueden dar situaciones semejantes. Veamos el caso de las regiones que actualmente experimentan problemas serios de seguridad. En estas circunstancias se elevan las voces con la postura de que mientras no se resuelva el problema de seguridad no tiene caso hablar de desarrollo económico. Indudablemente que el problema de seguridad es grave y que el contar con condiciones estables es un elemento básico para desarrollar el clima de confianza conducente a la inversión. Sin embargo, el problema de seguridad es de tal magnitud que su solución llevará tiempo y no es aceptable permanecer inactivos en el plano del desarrollo económico. De hecho, lo más razonable es avanzar en ambos frentes en paralelo. Aún más, el mismo problema de seguridad se ve alimentado por la falta de empleo, por lo que trabajar en el desarrollo económico más que una distracción es una estrategia complementaria de primer nivel.

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