Tenemos una aleccionadora contribución de un joven empresario que aprende de competitividad como se aprende de la vida, ‘a punta de golpes’:
Seguramente ustedes ya saben que es la competitividad, pero yo les quiero platicar que no es.
El mes pasado decidimos mudar nuestra empresa a otro lugar, ya que la oficina en la que estábamos nos empezó a quedar chica. Empezamos a buscar, y encontramos un local en un edificio de oficinas que nos gustó. Lo rentamos, y empezamos a hacer los preparativos para la mudanza.
El inquilino anterior canceló el contrato de energía eléctrica, por lo que fue necesario hacer el trámite con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), empresa de clase mundial (es su slogan), que da el servicio en todo México, y que pertenece al gobierno.
Habiendo ya una instalación previa en el edificio, supuse que el trámite iba a ser fácil y rápido.
Antes de empezar el trámite, mi contador investigó y me dijo que tendría que ir a tres lugares, y los documentos que habría que llevar a cada uno. Pareció fácil.
El viernes 4 de marzo fui a la oficina de Planeación, a solicitar el alta del servicio. Llene la solicitud, deje la papelería, y me dijeron que tardaban 7 días hábiles, pero que por ya haber una instalación previa, hablara el martes o miércoles.
De ahí me pasé a la oficina de Medición (segundo paso según mi contador, y que está enfrente de Planeación) a preguntar, y me dijeron que requerían el oficio que me darían en Planeación, pero que en el inter tomara fotos de la instalación existente, y averiguara sobre el UVIE.
Hablé a otra oficina de CFE y me dijeron que el UVIE aún estaba vigente. El UVIE es un dictamen que realiza un perito autorizado para determinar la carga conectada, y expira un año después de la desconexión. De no estar vigente, me hubiera costado como $600 USD.
Durante la siguiente semana, hice varias llamadas, hasta que el viernes me dijeron que el oficio estaba listo, pero aun no firmado, y que pasara el lunes por el.
El lunes 14 de marzo fui a recoger el oficio a Planeación, y a llevarlo a Medición. Ahí, me dijeron que primero tenía que ir a pagar el medidor de luz a las oficinas de Reforma 700 (para los que conocen Chihuahua, es la avenida conocida como Canal), pero que para que no fuera hasta allá, también podía pagar en la agencia de la Av. Tecnológico (cerca de mi oficina actual).
Fui a esa agencia, y me dijeron que ahí no podía pagar eso, por lo que tuve que ir a la oficina del Canal. Ahí pagué como $300 USD por el medidor.
Como ya era tarde, regresé al día siguiente (martes 15) a Medición, donde me sellaron el oficio y dieron de alta la solicitud. Me indicaron que lo siguiente era volver a la oficina del Canal, ahora así a hacer el contrato.
Llegué con la papelería que me habían indicado y cuando la revisaron, me dijeron que me faltó una carta del dueño del edificio autorizándome a realizar el contrato. Afortunadamente lo alcancé en su oficina, y en lo que llegué ya estaba lista la carta, por lo que la recogí y regresé a CFE. La señora que me atendió reviso la papelería y dijo que estaba completa, que podíamos hacer el contrato.
Sacó un libro de actas, busco el último registro, y abajo escribió, a mano, los datos de mi contrato. Después abrió PowerPoint y llenó una plantilla con esos datos, la imprimió y me la dio a firmar. Después me dice «ahora sí, nomás falta pasar a pagar… A la calle 39 y Ojinaga. Vaya ahorita y me trae el recibo mañana, porque ahorita ya me voy, y ya le conectamos la luz.» Siendo que a 4 metros de su escritorio había pagado el medidor, obviamente me quejé de tener que ir hasta allá.
A la mañana siguiente fui y pagué $300 USD de depósito en garantía a esa oficina y regresé a la oficina del Canal con el ticket. Me dice «¿Ya fue y vino, joven?» a lo que respondí «Sí, ya fui, vine, volví a ir, volví a venir, y otra vez fui y vine.» Me dice: «Usted nomas se queja», a lo que ya no respondí.
Capturó en el sistema la orden, y me dijo que ya es todo. Cuando me levanté de la silla para irme, me dijo «Tome, esto le puede servir» y me dio este folleto:
Lo leí, sonreí y me fui. Por dentro era propaganda de un templo cristiano.
Cuando llegué a mi oficina, hablé con el de Medición para preguntarle y me dijo que ya tenía la orden de instalación, que al día siguiente irían. Le pedí la hora exacta y me dijo que le hablara al día siguiente a las 8 am para poder programar.
El jueves 17 a las 8 am hablé y me dijeron que a las 9 am irían. Ahí estuvieron, instalaron el medidor… Y se hizo la luz.
Después de 13 días, y 9 vueltas a 5 lugares diferentes (más un numero incontable de llamadas), por fin pude tener luz.
Pensando en el proceso creo que con dos vueltas hubieran sido suficientes: la primera para llevar la papelería y hacer la solicitud, y la segunda a hacer contrato y pagar todo.
Si yo, siendo local y sabiéndome mover, batallé tanto, no quiero pensar la odisea que sería para un extranjero que decida invertir en México.
Estoy seguro que ustedes tienen historias igualmente escalofriantes sobre la anti-competitividad de empresas gubernamentales. ¿Por qué no las comparten en los comentarios aquí abajo?
Luis Alonso Ramos
luis.ramos(at)intelectix(dot)com
Chihuahua
Filed under: Competitividad | Tagged: Chihuahua, Competitividad, Desarrollo Económico, Globalización, México |
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