(NOTA: no es falta de sensibilidad a una política de género, el título de esta nota viene de una cita original y no encontré una alternativa para el juego de palabras. Bienvenidas las sugerencias).
Hace ya 20 años, emprendimos la tarea de establecer el Centro Chihuahuense para la Calidad y Productividad A. C. (CChCP, http://www.cchcp.com.mx). Éramos un reducido número de entusiastas en medio del movimiento mundial por la Calidad, convencidos y dispuestos a impulsarlo entre las empresas locales. Después de 20 años, podemos ver que algunas de las acciones tomadas inicialmente fueron clave para la institucionalización y efectividad del organismo.
En retrospectiva, es posible señalar como la acción más importante la conformación del Consejo del CChCP. La situación no es muy diferente para el arranque de un proceso de clusters o bien para el éxito de un cluster en particular, por lo que quisiera compartir algunos aprendizajes.
En aquella ocasión nuestro primer paso fue el de identificar las personas apropiadas para invitarlas al Consejo. Una tendencia natural es el pensar para estos roles en las personas más relevantes y notables de la comunidad. Sin embargo, afortunadamente fuimos orientados a consultar a un empresario conocido por su ‘sabiduría práctica’. Su recomendación fue muy escueta: “busquen hombres, no nombres”. La explicación fue sencilla, un organismo que nace requiere de mucho trabajo y compromiso de personas que compren y hagan propio el proyecto. Los ‘nombres’ comúnmente tienen ya muchos compromisos e intereses muy diversos.
En la conformación de un equipo de cluster se cae en la misma tentación. Se busca involucrar al director de la empresa más importante del ramo o al funcionario de gobierno de mayor rango posible. Pero para ellos las prioridades no siempre están alineadas a las del cluster. En el caso de las empresas grandes, sus redes de relaciones se extienden fuera de la región y no está muy claro para ellas los beneficios de participar en un cluster local. Por su lado, los funcionarios de alto nivel viven presiones a veces contradictorias que les hace difícil enfocarse en las acciones específicas que requiere un cluster en lo particular. El secreto es involucrar a quienes viven más de cerca los problemas y tienen por tanto más que ganar.
Esto no quiere decir que no sea importante mantener relaciones estrechas con estas empresas grandes, lideres de la comunidad y funcionarios importantes. Su rol debe ser planteado de forma diferente. Nosotros les llamamos “consejeros ángeles” por su cercanía en espíritu y su disposición a intervenir más en acciones específicas que en la operación cotidánea. Además, su involucramiento, en la medida posible, le da credibilidad al proceso y facilita despertar el interés de otros actores relevantes.
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