El Índice “BIG MAC” y la productividad a través de los clústers

¿Cómo hacemos que nos importe cada vez menos el tipo de cambio? La respuesta es simple, debemos preocuparnos cada vez más de la productividad y de agregar más valor a nuestros productos, de diferenciar y de hacer más competitivos nuestros negocios.

The Economist, importante semanario económico, prepara un índice basado en la teoría de la paridad del poder de compra,  bastante simplificado por cierto y sujeto a las limitaciones propias de este tipo de indicadores, denominado BIG MAC. Según este índice China es el país que más subvalorada tiene su moneda, por lo tanto en resto del mundo clama por la  apreciación del yuan, para poder competir con las mercancías baratas que provienen del país asiático y que por ejemplo están haciendo temblar a muchos negocios en países como Estados Unidos.

Pero, si nos preocupamos de diferenciarnos y de aumentar la productividad, a través de innovaciones y de agregar valor, el tipo de cambio que se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza en este mundo globalizado ya no es más que un dato, ya que si no podemos competir  por costos competiremos a través de la diferenciación.

Lo mejor en este caso, es comerse un BIG MAC mirando y proyectando los precios de equilibrio en el largo plazo, para no caer en la tentación de los movimientos especulativos y preocuparse más bien de usar instrumentos que permitan realizar coberturas cambiarias que aseguren la estabilidad y por lo tanto mejoren la probabilidad de rentabilidad en el largo plazo. Preocuparse también de mejorar la competitividad, reduciendo costos de manera permanente a través de diferenciación y agregación de valor.

Y es que es valor del tipo de cambio tiene al menos para efectos de este análisis una doble lectura, por un lado, es un dolor de cabeza para los exportadores, especialmente cuando no se ha trabajado en mejoras en productividad y en innovación y es por otro lado, un aliciente para aquellos que importan, que ven como sus costos de producción se reducen  gracias a un dólar bajo. Lo cual, ojo, puede convertirse en un espejismo en momento del calce.

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